Repensando la educación

La educación cumple un rol fundamental en el desarrollo de las sociedades: reducir las asimetrías existentes y tomar protagonismo frente a los retos educativos del siglo XXI debería ser una apuesta de los gobiernos del país.

La importancia de la educación para el desarrollo social y el crecimiento económico parece no ponerse en duda, pues la inversión en educación trae consigo externalidades positivas, como la promoción de la movilidad social o la reducción de la brecha del ingreso. A pesar de las preocupaciones en materia educativa durante las últimas décadas, tanto en países desarrollados como en los países en vía de desarrollo, los retos aún continúan siendo múltiples. Gran parte de las políticas educativas se han concentrado en un aumento de la cobertura estudiantil que, si bien es necesario, ha generado cuestionamientos acerca de la calidad educativa y ha dejado en segundo plano el mejoramiento de las instituciones prestadoras de este servicio.

Se deben combatir las asimetrías existentes

Además de esto, para lograr cercanía con la educación de calidad, se deben combatir las asimetrías existentes. Las pruebas nacionales que miden la calidad educativa, como las pruebas Saber, evidencian que las competencias de los estudiantes están distribuidas de manera desigual: por ejemplo, los estudiantes de estrato socioeconómico bajo presentan peores rendimientos que los estudiantes de estrato socioeconómico alto, así como los estudiantes de zonas rurales también presentan un desempeño inferior a los estudiantes de zonas urbanas.

La enseñanza en el siglo XXI

La enseñanza en el siglo XXI debe promover espacios creativos para que los estudiantes aporten, creen y colaboren, pues la cooperación y el trabajo en equipo son factores determinantes de la competitividad en un mercado global cambiante. Por otra parte, los estudiantes necesitan docentes que provean condiciones para que ellos puedan aprender, incluso más allá de las fronteras físicas. La súbita aparición de la pandemia ha reflejado las múltiples ventajas que se pueden brindar a través de la educación virtual, sin pensar en un aula de clases como en los años 60, donde el estudiante toma asiento a esperar que el profesor realice la clase hasta el sonido de un timbre.

A pesar de esto, los requerimientos también son elevados: la misma pandemia mostró las debilidades en materia de cobertura tecnológica que aún afronta nuestro país. Por un lado, gran cantidad de estudiantes de estratos bajos carecían de acceso a internet para conectarse a las clases virtuales; por otra parte, los docentes no estaban preparados para la enseñanza en línea y esto se refleja a través de la extensa duración de sus clases, todo esto sin contar las deficiencias en el uso de las TIC.

La educación debe buscar un patrón que se base en la constante superación, en lugar de estar conforme con la mediocridad. Debe alcanzarse una situación en la que el Estado pueda brindar oportunidades en el acceso a las tecnologías para la población y se otorguen las competencias y los conocimientos que permitan alcanzar el desarrollo personal de quienes se están formando.

No solamente debe ser una herramienta de transformación económica

En este sentido, la educación no solamente debe ser una herramienta de transformación económica, a través de la cual se reduzcan los niveles de pobreza y se incrementen los niveles de crecimiento. Asimismo, debe tener la capacidad de generar cambios culturales en los individuos de una nación, logrando la libertad a través del fomento del pensamiento crítico de las personas, que deberían ser motivadas a reflexionar y debatir acerca de las decisiones nacionales; además, se les debería otorgar la comprensión de los diferentes contextos que rodean a las demás personas y, con ello, el respeto por la multiplicidad de pensamiento. En otras palabras, la educación debe buscar el pleno ejercicio de la ciudadanía.

Fuente:
https://www.elespectador.com/opinion/lectores/columnas-del-lector/repensando-la-educacion/