Educación en familia

Kant puso como divisa del movimiento ilustrado aprender a pensar por cuenta propia y rehuir los prejuicios. Vale también en este tiempo de tutela tecnológica

En la entrañable película ‘Capitán fantástico’, Matt Ross nos propone una honda reflexión sobre nuestros modelos educativos, extremadamente condicionados por un mercado laboral tan volátil como precario y el creciente impacto de las nuevas tecnologías. Habría enseñanzas que sólo se pueden transmitir dentro del entorno familiar y en contacto con la naturaleza, dos ámbitos que no pueden verse cabalmente sustituidos por sucedáneos cibernéticos.

Esta reflexión cobra una renovada importancia tras una pandemia que cerró las escuelas e hizo seguir los cursos telemáticamente desde casa, en el seno doméstico. Los absorbentes trabajos que suelen impedir la conciliación familiar han hecho delegar el quehacer educativo a las instituciones en detrimento del más primario y fundamental, donde cada vez es más raro que pueda haber un trato intergeneracional con los abuelos o el salir a la calle para jugar con los primos. El cineasta es al mismo tiempo el autor del guion y este se nutre de su propia experiencia personal en un doble sentido, retrospectivo y prospectivo. Por una parte se crió bajo la tutela de una madre ‘hippie’, cuando este movimiento vivía sus años dorados. Pero al mismo tiempo Ross confiesa que su película refleja también cómo le habría gustado educar a sus propios hijos. En la cinta no dejan de citarse algunas referencias que revelan sus fuentes.

Las instituciones educativas precisan de un pacto estable que no genere leyes cada poco tiempo

En un momento dado de la película, se lee una carta donde la mujer del protagonista dice que, al plantearse la educación de sus hijos, la pareja se inspira en la ‘República’ de Platón, pretendiendo que sus hijos devengan filósofos-reyes. Aquí Ross coincide con Rousseau, el autor del primer tratado moderno sobre la educación y que nos pregunta en su ‘Emilio’: «¿Queréis haceros una idea de la educación pública? Leed la ‘República’ de Platón, que no es en absoluto una obra de política, sino el más hermoso tratado de educación que jamás haya existido» (OC IV 250).

‘Capitán fantástico’ fue galardonada en distintos festivales, en los que cosechó el favor del público y también se premió su portentosa puesta en escena. El eficaz reparto está encabezado por un Viggo Mortensen que nos regala una de sus mejores actuaciones. Pero también dejan huella unos excelentes diálogos, que dan mucho que pensar, además de arrancarnos una sonrisa por su chisporroteante ingenio. Esos diálogos van desgranándolos las hijas del protagonista, que siempre deben dar su propio punto de vista, sin limitarse a recitar algo de memoria o glosar un argumento. Si se salta el cronograma de lecturas y se lee antes de lo programado ‘Lolita’, se aplaude la iniciativa, tras comprobar que se hace con harto provecho. Las preguntas que suelen resultar incómodas relativas al sexo por parte de la más pequeña se responden con todo detalle.

Ross desmonta nuestros estereotipos educativos, confrontando la enseñanza institucional con otra no reglada que prima unos valores mucho más funcionales. Los hijos del protagonista no van a la escuela, pero su padre atiende a su educación combinando el ejercicio físico y las lecturas que pueden convenir a su edad, sin dejar de imbuirles cultura musical y proporcionales una cosmovisión progresista sobre todas las cosas.

Cuando alguien muestra una discrepancia puede presentar sus argumentos para convencer a los demás

Les muestra cómo sobrevivir en una zona boscosa, enseñándoles a cazar para poder alimentarse y les adiestra deportivamente, como si fueran a competir en escalada o natación. De su madre heredan el gusto por escuchar la música de Bach. Los libros que leen deben saber enjuiciarlos. Cuando alguien muestra una discrepancia puede presentar sus argumentos para convencer a los demás, bien dispuestos a mudar de opinión si el discrepante minoritario logra persuadirlos.

En lugar de celebrar la Navidad, festejan el nacimiento de Noam Chomsky, el pensador norteamericano partidario del socialismo libertario, del que conocen sus obras y saben citarlas cuando resulta oportuno, para recordarse que se puede cambiar el mundo a mejor, si uno cree que puede intentarlo.

Los hijos eligen quedarse con su padre y abandonar la confortable residencia de sus acomodados abuelos, donde habrían podido llevar una vida confortable e ir a los mejores colegios. El primogénito, tras lograr ser admitido en las mejores universidades norteamericanas, decide finalmente recorrer mundo por su cuenta, para conocer otros paisajes geográficos y humanos, porque su padre le ha marcado una educación de sesgo cosmopolita, siguiendo una vez más el criterio kantiano.

Aprender a pensar por cuenta propia

Aprender a pensar por cuenta propia y rehuir los prejuicios es lo que Kant puso como divisa del movimiento ilustrado. ‘Capitán fantástico’ nos recuerda cosas tan elementales como esa, en unos tiempos donde las nuevas tecnologías tutelan gracias a nuestro concurso nuestras preferencias y decisiones.

Las instituciones educativas públicas precisan recuperar su socavado prestigio y un significativo incremento presupuestario, además de un pacto estable que no genere leyes educativas cada poco tiempo. Los medios de comunicación deben revisar sus códigos deontológicos y cobrar conciencia del papel que juega su pedagogía social en tiempos de la infodemia.

Colisión entre civilización y naturaleza

También habría que poner coto a la circulación de informaciones tóxicas por las redes. Debería crearse una gran agencia internacional que supervisará ese tráfico, estableciendo algunos códigos, como los hay en la circulación viaria, porque no podemos circular por las carreteras a cualquier velocidad y sin respetar unas reglas, porque corremos el riesgo de atropellar a los demás o provocar accidentes.

Matt Ross nos confronta una vez más con la colisión entre civilización y naturaleza, planteándonos una curiosa utopía educativa, en la que una pareja decide aislarse para educar a sus hijos de otro modo, cultivándoles con todo tipo de lecturas extremadamente bien elegidas, al tiempo que les aleja de la televisión y los dispositivos que tanto nos condicionan, ya sean ordenadores o móviles.

Aunque no deja de apuntarse que les falta relacionarse con los demás, auténtico talón de Aquiles del relato utópico que se nos plantea. En cualquier caso el artífice de ‘Capitán fantástico’ viene a suscribir este aserto kantiano: «La educación de Rousseau es la única fórmula para restablecer el florecimiento de la sociedad civil. Pues allí donde la opulencia se incrementa sin tasa, dando lugar a la indigencia, la opresión y el menosprecio, e incluso la guerra, nada pueden hacer las leyes por cambiar las cosas» (XX 175).

Fuente:
https://www.hoy.es/opinion/educacion-familia-20210725003626-ntvo.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F#